viernes, 14 de marzo de 2008

Trovador

Para mi blog anterior escribí la siguiente historia, y la publico ahora nuevamente aquí, porque creo que es el momento de hacerlo.........
Había un manantial, cuyas aguas bailaban dulzonamente al compás de la brisa, bañaba sus orillas
y jugueteaba con las flores, acariciaba a los animales que se le acercaban, moraba feliz.
Una tarde, a finales de la primavera llegó un trovador acompañado solamente por su laúd y por sus sueños y se sentó junto al manantial a contemplar el paisaje, mientras lo hacía tomó su laúd y empezó a narrar sus sueños acompañados por una tierna melodía; las tranquilas aguas del manantial empezaron a danzar al compás, abandonando su vaivén monótono después de muchísimo tiempo; el trovador no se percató, terminó su canción y se quedó dormido. El manantial veló su sueño, a la mañana siguiente el trovador empezó nuevamente con sus sueños transformados en melodías, las aguas que reposaban tranquilas empezaron nuevamente a bailar al compás de ella, se formaban remolinos de diferentes tamaños, en completa algarabía, el manantial disfrutaba de la música y de los sueños del trovador. Cuando de pronto apareció la figura de una driada, que surgió de las profundas aguas del manantial y miraba embelesada al trovador.

El trovador continúo todas las tardes cantándole al manantial, esperando que apareciese la driada, la que a veces tímidamente sólo se asomaba por segundos para disfrutar más cerca de la presencia del trovador.

Una noche el trovador fingió dormir, y cuando la driada se acercó a cuidar su sueño, abrió los ojos y pudo verla de cerca, pudo ver su rostro, pudo ver sus ojos; esos ojos, que el trovador juró nunca olvidar y en los cuales vio la esperanza del amor.
Muchas más tardes y noches disfrutaron juntos de sueños y melodías, hasta que una en especial, en la cual la luna brillaba sobre las aguas formando un resplandor inusual, el trovador ingresó al agua y acarició el rostro de la driada, la cual con el contactó de la mano del trovador, transformó su delicada esencia en piel y pudo corresponder a las caricias, llenaron sus cuerpos de pasión, se amaron con dulzura y con un frenesí incontrolable. Danzaron unidos por todo el manantial cual un solo cuerpo, ofreciéndose mutuamente los goces sublimes de placer hasta lograr la unión perfecta jamás imaginada.
Fue pasando el tiempo y el trovador empezó a crear nuevas melodías, que hacía el delirio de la driada enamorada, pero ya no sólo ella lo escuchaba, se presentó la lluvia, el viento, la nieve, la garúa y muchos más, todos danzaban también bajo las ármonicas notas del laúd, los sueños eran bellos y encantaban a quien los escuchase.
Un día el trovador tomó su laúd y le dijo a la driada que se iba en busca de su felicidad, que tenía curiosidad por conocer a sus nuevos oyentes, que no podía pasarse la vida a su lado, que no la amaba, que antes no se fue por qué no quería hacerlo pero la novedad de los desconocido le dio la fuerza necesaria, nada de lo que había allí podía retenerlo. La driada lloró y cada lágrima que derramó desapareció en el manantial, perdió su piel, y se zambulló.
El trovador se fue, pasaba sus horas acompañando a la lluvia, a la brisa, quienes querían que permaneciese a su lado, pero como todo pasa, la lluvía paró, la brisa cesó y el trovador se quedó solo. Total a él no lo importaba tenía sus sueños, su laúd y a sí mismo, era suficiente.
Después de recorrer muchos lugares, un día desde una montaña vio el manantial que tanto lo amó, estaba danzando ondulantemente bajo los ardientes rayos del sol, no vio a nadie, pensó que la driada estaría sumergida, por curiosidad decidió quedarse para verla, cuando un gorrión se posó en su hombro preguntándole si esperaba ver a la driada, el trovador asintió, el gorrión le dijo que ojalá pueda verla porque sólo la podían ver aquellos que tenían el alma libre y los ojos llenos de verdad, porque el reflejo de los diamantes por el sol la resguardaban del dolor y de la falsedad.
Los diamantes se formaron de las lágrimas de la driada y que un trovador no supo enjugar antes de irse. El trovador se quedó un tiempo en la montaña pero nunca se supo si la llegó a ver.......