Anoche soñé, que caminaba sin rumbo, meditando sobre qué hacer con mi vida, cómo seguir adelante con mis penas y mis dudas, cuando el leve aleteo de unas aves, me distrajo un momento.... me detuve a escuchar y al querer avanzar me di cuenta, que ya no había nada más allá, estaba al borde de un precipicio, me asomé y vi como miles de corazones se movían aferrándose a las peñas, intentando subir para alcanzar la libertad que se les negó en algún momento, los observé detenidamente, de algunos salían borbotones de sangre, roja como el carmín, eran amores recién terminados, tenían el ímpetu que da la desesperación para que sin desmayar, desearan recuperar lo perdido. De otros con rasguños y golpes, salían hilos de sangre, pero el caudal con el correr del tiempo se hacía cada vez menor y de vez en cuando lanzaban un aullido desgarrador, son los amores que se van resignando a su suerte y que cada cierto tiempo intentan dar algunos pasos. Finalmentes estaban los secos, sólo unidos por decrépitas hilachas verdes, en los cuales sólo quedaban charcos de amargura y odio.
Lo que si todos tenían en común, era un puñal clavado, que los atravezaba en su totalidad....... es cuando me di cuenta, toque mi pecho y lo sentí, y ese calorcillo que me acompañaba ultimamente era la sangre que bañaba mi piel, estaba caminado al precipicio del cual tal vez nunca saldría.
Caí de rodillas tratando de no acercarme al abismo, me arrastré lo más lejos que pude de la destrucción eterna, y fue ahí que encontré cenizas, en el pasto, tibias aun, miré al cielo, vi las aves y me sentí llena de esperanza, entonces supe qué hacer, clavé el puñal hasta lo más profundo de mi ser, el dolor fue insoportable, lloré de rabia, me ardían las entrañas, mi corazón sangró tanto que me ahogué en mi sangre y en mi agonía miré como el fuego empezaba a consumirme, se acabó -pensé - por fin todo acabó.
Hoy cuando desperté encontré cenizas en mis pies, y unas plumas de color rojo, amarillo y anaranjado en mi mano, y vaya si tenía razón en mi sueño, ya todo acabó.